Asertividad y empatía: aprender a respetarnos y respetar a los demás

Hoy me tocaba una horita de asfalto, y como todavía no he logrado que los auriculares se mantengan decentemente en mis orejas durante un entrenamiento completo, pues, ahí iba yo, como siempre, sin música y mirando al infinito, como si estuviera pensando en algo interesante. Así que, al final, me ha dado por empezar a pensar de verdad, por eso de entretenerme un poco, y he comenzado a reflexionar acerca de sobre qué podía hacer tratar la entrada de esta semana. Más o menos me ha surgido una idea, pero por elaborarla un poquito, me ha dado por buscar alguna cosa al respecto y he encontrado estas dos palabras: asertividad y empatía.

Por si no estáis familiarizados con los términos os diré que la asertividad viene a ser «una habilidad personal la cual permite, en el momento oportuno, y de la forma mas adecuada, expresar sentimientos, opiniones y pensamientos. Sin negar ni desconsiderar los derechos de los demás».

Una persona asertiva no es ni pasiva, ni agresiva: es expresiva, espontánea y segura. Acepta sus limitaciones pero defiende sus propios derechos, sin hacer de menos los de los demás. Esto no significa que quiera llevar siempre la razón, sino que expresa sus opiniones y puntos de vista, sean estos correctos o no, ejerciendo el derecho a equivocarse.

La empatía es «una habilidad que permite comprender y experimentar el punto de vista de otras personas o entender algunas de sus estructuras de mundo, sin adoptar necesariamente esta misma perspectiva».3484fc7e9baad4abcfb151df5be2ed88

Una persona empática apoya y ayuda, entiende emocionalmente a otras personas, y aunque esto no significa que comparta sus opiniones, sí las respeta. No evalúa, no juzga, ni mucho menos descalifica pues entiende que cada uno tiene, y esta en pleno derecho de tener y de crear sus propias perspectivas.

¿Y todo esto? Pues porque por ahí iban los tiros de lo que se me ha ocurrido hoy durante mis kilómetros asfalteros: que tenemos que aprender a respetar las formas de ver la vida de todas las personas. Es algo que puede parecer muy obvio, pero si estás leyendo esto estoy segura de que no puedes afirmar rotundamente (ni de coña), que nunca has juzgado, si no a alguien, alguna de sus acciones, de sus decisiones o de sus formas de ver la vida. Y a esto es a lo que me refiero, a que no podemos pretender entender la forma de vida de otra persona desde nuestra forma de vida (aquí que quede claro que obviamente estoy hablando dentro de un marco de conductas cívicas, obviamente si hablamos de barbaridades, creo que todos coincidiremos en condenarlas, yo hablo de decisiones personales, estilos de vida etc. – por si no se entendía-) y mucho menos creo que valga para nada ponerse a criticarla.

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Me explico, en el caso que nos ocupa por ejemplo, que es el mundillo del deporte, lógicamente las formas de vida, las decisiones etc. tampoco son igual para todos. E incluso iría más allá, tampoco son igual para la misma persona en las distintas etapas de su vida… Podría decir eso de «quién juzgue mi camino, le presto mis zapatos…» Que igual en esta etapa de tu vida te apetece ir a reventarlo todo, a ver hasta donde puedes llegar, a descubrir que de verdad no sabes donde cojones está el puto límite, y en la siguiente decides que te apetece disfrutar, que se yo, de la montaña con tu familia, o con quién sea tranquilamente.

Habrá a quién le guste hacerlo sol@ y quién no conciba estar sin compañía, habrá quién no disfrute si no va con el gancho al cuello y quién prefiera tomárselo con más calma pero, ¿quién somos nadie para juzgar al otro? He llegado a la conclusión, por tanto, de que lo mejor que podemos hacer en esta vida es aprender a ser asertivos,  a defender aquello en lo que creemos, nuestras ideas, nuestras ilusiones, nuestros sueños… y al mismo tiempo hacer uso de la empatía, aprender a respetar a los demás, a no juzgarlos (y no sólo porque después no queremos ser juzgados), sino porque no somos nadie, repito NADIE, para decidir por otra persona o criticar sus decisiones. Por supuesto podemos aconsejar, desde el respeto y aportar nuestras propias opiniones, también desde el respeto, pero creo que es importante aprender a ponerse en el lugar del otro para, aunque sigas sin compartir, sí logres aprender a respetar.

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Por todo esto, no vale la pena perder tiempo ni desgastarnos en críticas vanas (que pienso, que al final, sólo hacen daño a nuestra propia alma, o dicho con un refrán: «lo que dice Juan de Pedro dice más de Juan que de Pedro»). Yo creo que cada uno hemos venido aquí para vivir la vida que nos de la gana vivir, tomar nuestras decisiones, perseguir nuestros sueños y superar nuestros fracasos… y esto, campeones, no nos lo va a quitar nadie. 

¡Hasta la próxima!

Laura.

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