Decidir

Hoy voy a hablar, a escribir, de algo bastante serio, tanto en el ámbito deportivo, como en cualquier faceta de nuestra vida: el tomar decisiones.

Tanto en las decisiones a largo plazo, como en las de corto recorrido, cabe tener en cuenta una meta, un destino, un «qué queremos o nos gustaría» y actuar/ avanzar en consecuencia poniéndonos manos a la obra, pues si nos limitamos a decidir tomando como base donde nos encontramos… realmente, y a lo mejor sin saberlo ni ser conscientes de ello, nos estamos limitando a nosotros mismos.

En el momento presente, a la hora de decidir, y más cuando se trata de decisiones que nos generan incertidumbre, de esas en que se suele decir eso de: «estoy por lanzar una moneda al aire» (que por propia experiencia, sirve de algo, y no porque vayas a acabar haciendo caso a lo que te diga el euro, sino «porque en el mismo momento en que la moneda está en el aire, sabrás lo que quieres que salga»), ten por seguro que nunca lo vas a ver todo a favor -si así fuera decidir no sería tan difícil muchas veces-, pues el tomar decisiones implica ir un poco a tientas, con los ojos vendados si me apuras.

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Así, en este punto cobra gran importancia, pienso, el esforzarnos en conocernos a nosotros mismos, en analizar nuestras emociones, nuestras sensaciones, nuestros sueños. Encontramos por tanto, a un lado de la balanza el miedo y la incertidumbre como emociones que en algunas ocasiones nos guían en nuestra toma de decisiones. Cuando decidimos las cosas desde «el miedo», considero que estamos actuando un poco «a la defensiva»: podemos hablar de miedo al fracaso, de miedo a no perder en una competición, o a no perder a una persona, pero, sea cual sea el caso, cuando actuamos de esta forma lo que queda claro es que no estamos actuando desde un punto de vista enérgico, positivo, y probablemente, tampoco libre.

Al otro lado de la balanza se encuentran el amor, la pasión y la ilusión por aquello que hacemos o nos importa. Esta opción desde luego sí es libre, pues no estamos actuando «a la defensiva», sino desde la confianza y la gran energía que nos provoca aquello por lo que hemos decidido que vale la pena luchar. Y por supuesto que nos puede salir mal y podemos liarla un montón, pero nos levantaremos para seguir decidiendo, y creciendo, una y otra vez con más fuerza si cabe porque…

corazón

Laura.

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