Zancadas compartidas

“Junts som més forts” que dicen Sonia y el “míster”, como nos confirmaron en el Montblanc (y de la que ya haremos crónica, y si no, tranquilos pues seguro que no tardan mucho en volverla a liar y tenemos otra aventurilla que relatar por aquí :P). “La alegría compartida es doble alegría, la pena compartida, es media pena”, que dice el proverbio sueco y tantas otras que vienen a confirmarnos que, por mucho que nuestro carácter sea más o menos abierto y que nos finjamos más o menos sensibles, al final todos queremos, todos necesitamos, y por qué no, todos hemos nacido para querer y para ser queridos.

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Y da igual que ese afecto venga de tu pareja, de tus padres o de tu amigo del alma, el caso es que somos “animales sociales” y al igual que creo que se puede morir de pena me gusta pensar que se puede renacer de alegría. Que un gesto, un abrazo o unas palabras en el momento justo tienen el poder de subir montañas, cruzar continentes y enmendar sueños rotos.

A family of four out for a jog on a nice day.

Y después de la pastelada del día, que me apetecía soltar, continúo con lo que venía a decir: Que es una pasada el poder compartir pruebas, carreras, afición, y, al final, lo que viene a ser tu estilo de vida, con la persona con la que sueñas y vives tu día a día(como por ejemplo es el caso de David y Sonia), o, con personas que forman parte de tu vida y son realmente importantes para ti.

Y a su vez, por otro lado, también es una pasada el tener el apoyo de las personas más importantes de tu vida aunque ellos todavía sigan, en parte, cuerdos (pues no hayan cruzado la línea hacia la locura, ya cotidiana, que vivimos “nosotros, Los otros” jajajajja) , sólo porque nos quieren y simplemente nos van a apoyar en todo lo que hagamos (aunque a veces no puedan llegar a entender por qué cojones insistimos en gastarnos dinero para acabar con las rodillas jodidas o dos tobillos “en uno” ). De esto ya hablé una vez en un artículo titulado GRACIAS.

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Pero si hablamos de afectos, de puntos de apoyo y compañeros de fatigas (nunca mejor dicho), creo que no podemos olvidarnos de esos “compañeros de zancadas”.  Porque, como reza el refrán más arriba mencionado una pena compartida es media pena…

Hablo de cuando te encuentras en medio de una carrera, destrozado y pensando en el abandono… Y de repente aparece tu salvador/a en forma de un vitalista desconocido que empieza a contarte sus batallitas (aunque nadie le haya preguntado) o te increpa e incluso llega a pegarte la bronca porque “Coño, si has llegado hasta aquí no vas a parar ahora”.

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Hablo de ese amigo con el que cruzas la meta con una complicidad casi única (recuerda que la alegría compartida es doble alegría), aunque haga exactamente 123 minutos que os acabáis de conocer. De la chica que te regala su último gel arriesgándose a necesitarlo después o del señor que te endorsa su botella de agua porque “tienes que hidratarte bien”.

Los trofeos ex aequo, las metas conseguidas entre dos, tres o diez… Y en definitiva todo eso que hace grande a este deporte, a esta ilusión cada vez más apasionante que llevamos dentro. A esta forma de vida, a esta alegría cotidiana, a estas «zancadas compartidas». A nuestras zancadas compartidas. A nuestra felicidad. A nuestra vida.

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Así que hoy brindemos por todo lo compartido, y por lo que vendrá, Campeones.

Laura.

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