Si la vida tiene otros planes para ti, no importa: VIVE…

El deporte y la vida van de la mano, porque el deporte, al fin y al cabo, es vida… La verdad es que esto no nos permite vivir a ninguno de nosotros, por muy grandes que sean nuestros logros (que por otra parte todos los son si tenemos la voluntad para perseguirlos y hacerlos nuestros), pero creo que todos estaréis de acuerdo en que, nos da la vida o al menos, hace que todo valga un poquito más la pena y que la ilusión invada nuestros días.

Quizá pasamos por temporadas en las que no podemos dedicar todo el tiempo que nos gustaría u otras en las que simplemente las circunstancias nos pasan por encima pero la verdad es que cuando dejas que este tipo de pasión entre en tu vida, aunque digas que «a ti no te va a pasar». Esto te cambia por completo los planes, te despierta de repente y te hace darte cuenta de que «la vida tenía otros planes para ti». Y quizá a veces ni siquiera compitas o no puedas entrenar, pero te das cuenta de que toda esta magia que invade este mundo que tanto nos gusta se ha convertido en tu modo de vida. Y lo que es mejor, que ya no quieres que cambie nunca…

A mí me ha pasado ¿Y a vosotros?…

A continuación paso a contar tres historias de deporte reales y motivadoras para seguir persiguiendo nuestros sueños, seguir disfrutando y en definitiva seguir viviendo con más ilusión si cabe…

La primera de ellas trata de un equipo de baloncesto. John Wooden, el entrenador de los UCLA Bruins, cuya máxima era «ganar requiere talento, triunfar requiere personalidad» consiguió que el equipo que llevaba ganara el gran Campeonato Universitario de los Estados Unidos durante siete años seguidos.

Cada temporada, en su inicio, este visionario sentaba a sus jugadores y durante un buen rato les enseñaba a ponerse las medias:

«Revisad la zona de los talones, que no queden arrugas porque podríais tener ampollas. Si tenéis ampollas perderéis tiempo de actividad y si perdéis tiempo de actividad, siendo realmente buenos, probablemente eso termine en mi despido».

Obviamente esto no tenía nada que ver con las medias y lo que quería enseñarles el entrenador es que el hacer bien las cosas más pequeñas, las más sencillas y básicas, el cuidar de los detalles, de uno mismo y del propio equipo (porque hasta en los deportes individuales hay un buen equipo detrás, llamadle familia, entrenador, pareja o amigos, pero hay un equipo) tenían la clave que acabaría marcando la diferencia.

La segunda historia viene del mundo del Rugby. El coach Vince Lombardi consiguió que un equipo totalmente a la deriva, los Green Bay Packers, se convirtiera en el equipo que ganó la NFL en los años 60. Solía decir que «sólo conociéndote a ti mismo puedes ser un líder eficaz», y era verdad. El creía totalmente en que el autoconocimiento es clave para poder desarrollar la personalidad y la integridad y siempre iniciaba la temporada diciéndoles a sus jugadores: «caballeros, esto es una pelota de fútbol» para explicarles que sin duda alguna, el principio más importante era la humildad pues sólo a partir de aquí se puede empezar a crear un equipo y una voluntad ganadora.

Y la tercera historia es algo más reciente y versa sobre la disciplina colectiva de los All Blacks, el conocido equipo que recientemente se ha hecho con el Príncipe de Asturias.

Después de que ganaran 42 a 9 a Gales, algunos jugadores veteranos del equipo empezaron a barrer el vestuario y a limpiar todo lo que habían ensuciado mientras desde fuera sus aficionados los aclamaban. «Barremos el vestuario para dejarlo como nuevo para que nadie más tenga que hacerlo. No necesitamos que nos cuiden, nosotros hacemos nuestro trabajo». La enseñanza que de aquí se extrae es sencilla pero muy valiosa: «No esperes que nadie haga por ti lo que tú mismo debes hacer. No esperes a que te regalen las cosas. Lucha por lo que quieres, con humildad, grandeza y constancia».

Así que ya sabéis campeon@s, todos tenemos temporadas mejores y peores, momentos buenos y malos, instantes en que vemos la cima muy lejos, situaciones en que, no es sólo que nos salgamos de la senda sino que de repente nos encontramos en medio del bosque y no sabemos por dónde tirar, pero, como sucedería en ese caso, si te quedas sentado esperando que vengan a por ti lo más probable es que te coman los lobos ¿no? La cuestión es seguir avanzando, porque si lo haces, te das cuenta de que en realidad nunca habías perdido de vista la montaña y cuando menos te lo esperes, quizá estés arriba disfrutando del paisaje. Al fin y al cabo, la vida es siempre eso que nos pasa mientras nosotros nos empeñamos en hacer otros planes, pero sin duda por el camino muchos de los planes que soñamos y trabajamos se acaban volviendo realidad, así que ¿a qué esperáis?

Siempre a seguir caminando, siempre a seguir soñando, porque sí, muchas veces se cumplen…

A ser felices, campeon@s.

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